Alberto Verjovsky (UNAM): “No hay otra rama que dé más libertad creativa que la matemática”

4 junio, 2024

Programa Enhancing Mathematical Bridges between Spain and Latin America

Entrevista con Alberto Verjovsky, Premio Latinoamericano de Investigación en Matemáticas IMSA 2024 – Categoría: Matemático consolidado

Alberto Verjovsky. Imagen: Laura M. Iraola/ICMAT

Alberto Verjovsky es uno de los matemáticos más destacados de América Latina y, en concreto, de su país, México. Doctor por la Universidad de Brown en 1973 bajo la supervisión de Solomón Lefschetz, es uno de los mayores especialistas en geometría, topología y dinámica. De hecho, su tesis sobre flujos de Anosov sigue siendo referente en el área. Actualmente, es investigador adscrito al Instituto de Matemáticas de la Universidad Nacional Autónoma de México, en su sede de Cuernavaca.

A lo largo de su extensa carrera, ha recibido reconocimientos como el Premio Nacional de Ciencias en México 2021 y el Premio Espíritu de Abdus Salam en 2018, por su compromiso con el desarrollo de la ciencia en regiones desfavorecidas. El más reciente ha sido el Premio Latinoamericano de Investigación en Matemáticas 2024 que otorga el Institute for Mathematical Sciences of the Americas (Instituto de Ciencias Matemáticas de las Américas, IMSA), con el que colabora el ICMAT, en la categoría de Matemático consolidado. Ha sido la primera edición de estos galardones, puestos en marcha con el objetivo “no solo de celebrar las contribuciones sobresalientes en matemáticas del personal investigador latinoamericano, −que, a menudo, trabaja en condiciones adversas y con recursos limitados−, sino que también se pretende inspirar a futuras generaciones”, según la organización. La ceremonia de entrega de estos premios tuvo lugar en el marco del ciclo de conferencias Mathematical Waves Miami, celebrado a principios de año en la Universidad de Miami (EE. UU.).

Laura Moreno Iraola (ICMAT)

¿Cuándo empezó a interesarse por las matemáticas?

Empecé desde muy pequeño porque mi papá tenía unos libros viejos de matemáticas, y yo los leía con mucho cuidado. Me encantaba la parte de combinatoria, por ejemplo, y ahí fue cuando me di cuenta de que se me daba bien. Cuando estaba en la escuela preparatoria, previa a la universidad, notaba que esto me daba ventaja respecto a otros alumnos. Entonces realicé un curso de geometría analítica y me fascinó. Sin embargo, en este momento, no sabía que existía la carrera o la profesión de matemático, así que me inscribí en la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), porque mi tío, ingeniero, me comentó que estudiar matemáticas era esencial para esta carrera. Una vez ya en la universidad, gracias a un amigo, descubrí que había una Facultad de Ciencias muy cerca donde se enseñaba cálculo y me cambié. Era un placer estar allí, muy estimulante.

¿Qué fue lo que lo llevó a empezar una carrera investigadora?

Un día, paseando por la Explanada de Prometeo del campus, vi el anuncio de un curso de ecuaciones diferenciales impartido por el profesor Solomon Lefschetz, uno de los grandes matemáticos del siglo XX en topología y geometría algebraica, y me apunté. Tanto lo aproveché que después me invitó a hacer el doctorado con él en la Universidad de Brown (EE. UU.). Lefschetz ha sido una de las personas que ha tenido más influencia en el desarrollo de las matemáticas en México.

Antes de esa invitación, ¿sabía que existía la posibilidad de ser investigador?

No, de hecho, se piensa que en la matemática ya está todo hecho, pero no conocemos nada más que la punta del iceberg, hay miles de cosas por descubrir. Parte de la belleza que tiene la investigación matemática es que uno empieza investigando y no sabe adónde va a ir. Yo creo que no hay cosa más bonita que hacer investigación de algo completamente nuevo. Esa sensación de pensar que, tal vez, vaya a ser el primero que vea una estructura, por ejemplo, es una sensación extraordinaria. Para mí, es un trabajo como el de quien busca oro en un río, el 90% de las veces se encuentra con piedras, pero un día se encuentra una pepita de oro. Hacer investigación es ir aprendiendo a través de fracasos y éxitos, y conlleva mucho trabajo.

¿Qué es lo que más le gusta de su profesión?

Que no hay otra rama, ni de las artes ni de las ciencias, que nos dé más libertad creativa que la matemática, porque lo único malo que nos puede pasar es que algo sea falso. Además, me encanta que las matemáticas sean omnipresentes, las usamos todo el rato, aunque no nos demos cuenta, desde que nos ponemos los zapatos por la mañana hasta que nos dormimos. No creo que hubiera podido ser otra cosa que matemático.

También, algo que me ha gustado mucho siempre de mi profesión es promover la matemática. Trabajé siete años en Trieste (Italia) en el Centro Internacional de Física Teórica (ICTP), donde tuve la oportunidad de tener contacto con gente de todo el mundo. Es un centro que se dedica a la promoción de la ciencia y a fomentar la investigación en países en vías de desarrollo, fundado por Abdus Salam, Premio Nobel de Física en 1979, y cuyo premio recibí en 2018. Allí, se organizan conferencias de primer nivel con gente de todo el mundo que están abiertas a personas de países en vías de desarrollo. Después, fui profesor en Francia cinco años hasta que volví a México, y uno de mis grandes orgullos de esta época es un documental que hice, en colaboración con otros colegas, sobre la vida y carrera de Henri Poincaré que se llama “La armonía y el caos”. Para mí, este matemático es un héroe, un personaje extraordinario.

¿Cuál es su área de investigación?

Son varias, afortunadamente, porque yo creo que soy muy universalista, por eso, precisamente, uno de mis héroes es Poincaré, tal vez el último universalista, él estudiaba física, probabilidad, geometría, topología… Mis ramas de investigación, en concreto, son sistemas dinámicos, topología y geometría y ciertos aspectos de variable compleja y un poco de análisis, pero soy más geómetra que analista, y últimamente también estoy trabajando en teoría de números.

Además, me gusta buscar la conexión entre varias áreas. Por ejemplo, descubrí, en colaboración con un alumno, Laurent Meersseman, y otro investigador, Ernesto Lupercio, la belleza de dos ramas que son completamente ajenas: sistemas dinámicos −ecuaciones diferenciales sobre el campo de los complejos− y variedades.

Verjovsky durante su charla en Mathematical Waves Miami. Imagen: ICMAT

¿Hay algún resultado suyo que destacaría?

Me sigo sintiendo muy orgulloso de mi tesis doctoral, en la que resolví un problema planteado por Stephan Smale, a partir del estudio de los conocidos como sistemas de Anosov, sistemas dinámicos que son estables e hiperbólicos de los que parten teorías como la del caos. Es un área en la que me gusta mucho trabajar.

Actualmente, ¿en qué está investigando?

Dentro del área de teoría de números, estoy trabajando en un tipo de variedades, de Hilbert-Blumenthal, en las cuales están involucrados campos numéricos.

Para concluir, ¿cuál diría que es la situación de las matemáticas en Latinoamérica?

En general, yo creo que falta apoyo al desarrollo de la ciencia. Instituciones creadas especialmente para este propósito, como el CONACYT, en México; el CONICET, en Argentina; el CONICYT, en Chile; o Colciencias, de Colombia; deberían ser más estables e independientes, y que no se vieran amenazadas con los posibles cambios de gobierno. En comparación con otros países como China, Vietnam, India, EE. UU. o de Europa, se ve que ha faltado ese impulso también en la educación en general desde primaria, es importante que los maestros sean vistos como referentes.


 Enhancing bridges between Spain and Latin America

Desde 2022, el ICMAT forma parte de IMSAC, consorcio de institutos y organizaciones que colaboran con el Institute of the Mathematical Sciences o the Americas (IMSA), institución creada con los objetivos de impulsar el avance y la comunicación del conocimiento en ciencias matemáticas y de fomentar el diálogo entre América Latina, Estados Unidos y el resto del mundo, con un enfoque especial en la comunidad hispana.

Esta colaboración es una de las iniciativas del ICMAT como parte de su compromiso de cooperación con instituciones académicas de América Latina para el desarrollo de la investigación y educación en matemáticas. En este sentido, el pasado mes de abril, el ICMAT, con el apoyo de IMSA, puso en marcha el programa Enhancing Mathematical Bridges between Spain and Latin America, una de las nuevas acciones lanzadas gracias a la consecución de la cuarta acreditación como Centro de Excelencia “Severo Ochoa” del Instituto.


 

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